Empieza su jornada a las 7 de la mañana, puntual todos los días
Trae su silla, su carrito y se pone a esperar
Cuando alguien se acerca lo recibe con la cara totalmente
pintada, un sombrero inmenso y una sonrisa gigante
Hace aparecer y desaparecer flores
Logra ilusiones con las cartas
Y transforma monedas en dulces que da a los niños
Recibe con simpatía la humilde colaboración de los que se
quedan mirando
Y vuelve a repetir su rutina otra vez
Hasta las 7 de la tarde
Deja de hacer la rutina
Sin pintura en la cara, se ven sus arrugas
Sin el gorro, se ven sus canas
Cuenta las monedas y las mete en un bolsillo de su chaqueta
vieja
Su sonrisa desaparece para dejar una expresión de tristeza y
melancolía
Cansado se sienta en el suelo, pone el gorro al frente y
escribe en un papel
“ayuden al abuelito mágico”
Así todos los días...
Subjetivo.
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